sábado, 20 de agosto de 2011

Alergias paulares

No sé cuándo fue
pero soy alérgica a la luz;
en la oscuridad
no hay sombras
tenebrosas ni frías
ni inquietantes ni escondidas.
En la oscuridad
puedo imaginar,
inventar,
que escucho el mar
romper
en el acantilado de mi pared.
O que voy a lomos
de un caballo negro
por un bosque de mi mente.
Que en realidad estoy
en la cara oculta de la luna
y cada paso está por descubrir.
En la oscuridad
de una habitación
nunca hace demasiado frío
si no te sientes solo;
pero la negrura puede ser
lo más gélido
aunque se trate de un mísero
metro cuadrado.
En la oscuridad se sueña,
se ama, se imagina
(a-ojos-cerrados),
vive el alma.
No sé
ni quiero
desde cuándo soy
alérgica a la luz.
Ni si existen
antihistamínicos.

domingo, 14 de agosto de 2011

Arte

Hay personas
que sólo se rigen por el cerebro
y alojan ahí a su alma,
el motor,
en el último rincón.
A otros,
un poco más sentimentales,
les llega desde el pelo
hasta el ombligo
(por eso sienten en el estómago
mariposas,
nudos en la garganta
o punzadas en el pecho).
Y a una minoría
el alma les llega hasta los pies,
a los cuatro meñiques con la misma
intensidad,
la dejan fluir libremente
protegida por la piel,
la dejan vivir en escenarios,
sobre lienzo o papel...
ESO es ARTE.

Boreal de cartón

Maldita sociedad
que te empeñas en que te vea
aunque sea de lejos.
Maldita ciudad
que quieres eclipsar
a-la-LUNA
con tu mediocre naranja de lava
que nada tiene que ver
con su bohemia.
Entérate
de que ella estaba allá,
erguida, inmóvil, bella y soberbia
cuando tú estabas en el limbo
y seguirá estándolo
cuando vuelvas a él.

viernes, 12 de agosto de 2011

Alma de...

De abstractos y poemas,
de tinta en forma de acuarela
o pequeñas formas asimétricas
en lienzo o celulosa
que nunca llegarán
a 451 grados.
De píxeles en las manos
y en los ojos,
a todo color
o en mil gamas de gris.
De historias de vagabundos
que nadie quiere conocer,
y de gatos negros que viven
debajo de unas escaleras
o un paraguas
y que se miran en
espejos rotos.
De maderas de escenarios
con música o voces de fondo,
de telones rojos cada noche,
de puntas que vuelan
atadas con dos cintas.
De verde por la ventana
y de azul en el espejo.
Del naranja y el jazz
de la bohemia
en bares de mala muerte
con aseos con pájaros de amor
pegados a los azulejos
y a los cuerpos.
De mí misma.
Pero nunca de algo común.
¿Entiendes?
No tengo alma
de artista ni de bohemia,
de poeta ni de actriz
ni de bailarina.
Tengo alma de mí misma.
Nomás.