martes, 15 de enero de 2013

Doble T

<Mejor no sigas, estate quieto. No me roces más la piel ni intentes inundarme. Esta noche no quiero esa rutina de ritmos que aburren pero que no se pueden evitar. Por favor, vete de esta cama y deja de joder al mundo, o jódelo pero a mí déjame tranquila en ese estarsinti.>
Me hizo caso, y pude disfrutar de una noche entera de eternidad, contigo y sin Tiempo.

atrozos

[...]
-Amo la guitarra y el saxofón.
-Así que eras tú...
-¿Quién?
-La que escribía música con los pies.


Conclusión II

Me iría en el primer tren a Madrid
y acamparía en el botánico cada vez que lloviera.
De Atocha a Tirso, de Gran Vía a Sol,
tan solo por si caminaras solo,
tan solo por ver de lejos tus ojos y su voz.
Recorrería todo París buscando alguna calle
que me supiera hablar de ti.
El futuro de Florencia nos echa de menos,
mi piel a la tuya...qué te voy a decir.
Gritaría poemas a voces, a veces, por si tuvieras frío,
por si te invadiera mi ayer.
Organizaría mi caos, me amueblaría la cabeza
para que tus recuerdos vivieran cómodos
mientras te decidieras a volver;
te recordaría que desde entonces
en tu buzón la propaganda sustituyó a mis postales,
<me he vuelto consumista, por no dejar
que tu ausencia me consuma a mí como cigarro.
Llevé mi corazón a subasta
y lo regalé al peor postor;
ya qué más me da, si no sabe resurgir de sus cenizas,
y nunca supo tratar con el amor>.
Cada noche conduciría incansablemente
hasta encontrar en alguna cuneta a Robert Johnson
para que me explicara cómo hizo
para venderle su alma al diablo,
y cambiársela yo por una cama contigo
-y tener a mano algún reloj de Dalí,
y ya sabes el resto:
perdería el tiempo para ver si así
desapareciera con todo su séquito de relojes
y me dejara a solas
con toda una eternidad para buscarte.

Conclusión en Do Mayor

No sé para qué podría yo
querer olvidarte;
una vida sin recordar
tus ojos negros de Picasso
mirándome en la distancia
de la memoria,
en la memoria
de nuestras distancias más cortas.
Para qué querría yo
coleccionar todos los sellos de las cartas
que nunca te llegué a enviar.
No quiero tener
que llorar con palabras
por no emborronar tus huellas
con sucias lágrimas,
por no convertir en acuarelas
el óleo de nuestras noches
de saxo sin bemoles,
de melodías sin guitarra.
No quiero tus recuerdos
colándose por las alcantarillas
de los dedos de mis ojos
como la arena
de los relojes sin tiempo
que no guardan tus versos remotos.
No quiero bailar en charcos de ausencia
de la lluvia de noviembre en Madrid
(yo con todos mis lunares pinchados
y tus pulmones con tanta cicatriz,
yo con mis medias (tintas) rotas
y tú con tus abrazos sin mangas para el frío).
No quiero confesarte amediavoz
que mis peores contratiempos
siempre han ocurrido
por ir contrarreloj.

[...]