viernes, 24 de diciembre de 2010

Llamada a un poeta

Llegaba, como siempre, de noche a casa, faltaban unos minutos para bajar del autobús. Me iba alejando cada vez más de esos bares y sus cafés, con sus dos poetas hablando, sintiéndose mejor sabiendo que son comprendidos, que también odian el invierno, que también aman el arte y las pequeñas cosas; pero llevaba conmigo, como siempre, algo que me recordaría esas conversaciones, sonrisas y miradas calladas: llevaba un libro de poemas y mil sentimientos para los míos. Una parada más y listo. Estaba cogiendo el bolso de mis rodillas con el mayor de los cuidados para no estropear mi tesoro amarillento, preparada para levantarme, cuando un poeta se sentó a mi lado (tengo la costumbre de sentarme mirando a la ventana, en parte para contemplar la vida, en parte para dejar sitio a alguien que desee ocupar un asiento junto a mí). Sí, afirmo que era poeta porque sus ojos me lo dijeron, porque ese “hola” sonó a verso, porque su pelo estaba despeinado. Pero sobre todo sé que es poeta porque, tras cuatro segundos de viaje juntos, debí pedirle que me dejara salir, y llamé su atención para hacerlo tocando su brazo (debería estar frío de la calle invernal, pero emanaba el calor de la poesía). Asintió con una sonrisa y me dejó marchar. 

Había muchos sitios libres en el autobús, pero la poesía llama a la poesía.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Sueño en el mar


No sé si vivían allí desde siempre o fueron a parar a ese lugar solamente por un breve período de tiempo. Una más bella que la otra, vestía un largo traje en sedas roja y blanca adornadas con finos brocados de oro; su morena cabellera ondeaba casi por completo al viento, a excepción de unos rizos que recogía un delicado broche. La otra, menos perfecta a simple vista pero más interesante en su corazón, a penas se preocupaba por su aspecto, según denotaban sus pantalones cortos, su camiseta raída y su rubio cabello con tacto de paja.
Mientras que la primera daba largos paseos por la arena en busca del hombre perfecto, la segunda gustaba de sentarse en las rocas del acantilado a contemplar el azul siempre majestuoso.
Vivían aisladas de cualquier tipo de sociedad, sólo se tenían la una a la otra. La casa que habitaban era pequeña, poco cuidada y albergaba a unos pequeños compañeros de las dos mujeres. Consistía en una habitación con dos grandes portones: uno hacia un patio interior, asemejado a un claustro con sus florecillas, columnatas y una modesta fuente. La otra puerta daba paso desde el exterior de la casa vieja –casi tanto como la frondosa y variada vegetación que la adornaba: arbustos aromáticos, flores de todos los colores imaginables, palmeras y grandes árboles, incluso enredaderas que corrían por toda la fachada; a pesar de esta abundancia, no daba aspecto de gran bosque, sino de un coqueto pero salvaje jardín. El primer paso al salir de la casita te llevaría a una escalinata de madera, que descendía por el jardín hacia un abrupto acantilado, ese que mantenía presa a la rubia joven. Desde allí se podía observar todo lo imaginable, desde el perezoso horizonte hasta las piedras sólidas que componían la fachada del único hogar de la zona, desde las rocas que sobresalían del mar bajo sus pies hasta el alero de pizarra de la casa. Y es que, efectivamente, ese Edén se encontraba en los confines del mundo, era el lugar más remoto del universo conocido.
Así pasaban los días en este curioso paraíso, la una anhelando un príncipe que la amase, la otra enamorándose del mar. Hasta que un día llegó a su morada un hombre que nada tenía que ver con el de los sueños de la bella joven: de corto pelo moreno y gran corpulencia, pero nada elegante, ese hombre se instaló en la estancia contigua a la habitación de las jóvenes. Al principio desconfiaban de él, pues no articuló palabra desde su llegada, pero poco a poco comenzó a salir a observar el mar desde el acantilado y a disfrutar de baños con la dorada mujer entre las rocas del mar.

Cierto día, estaba la joven, como de costumbre, observando el mar, cuando se decidió a entrar en contacto con él. Así, se encontraba saboreando el agua salada en su piel, cuando unas gotas perfectamente redondeadas se ordenaron en forma de palabras, creando hermosos versos. 

Lloró su corazón emocionado por tan bellos sentimientos, y miró en el fondo del mar, emergió a la superficie, miró al cielo… pero no encontró respuesta  a quién era su autor. Se interrogó durante horas, aturdida ya que su hermana no podía declararle ese tipo de amor romántico y pasional, y el hombre que se alojaba con ellas no conocía nada de ella para enamorarse tan perdidamente. Pero de pronto, a su lado entre el agua, apareció la figura del único hombre del lugar; a pesar de que no era bello para la joven morena, a su hermana le pareció de una gran belleza, irradiante de una luz especial. Entonces comprendió que su amor con el mar sería el más puro, el más sincero, en definitiva, el único amor verdadero de su vida; lo extraño fue que sintió lo mismo por el misterioso hombre que por el mar, lo que la llevó a pensar que se trataba de la personificación de éste. Su amor de carne y hueso, abandonando el mismo aturdimiento en que ella se encontraba sumida, le confesó ser el autor de dicha magia, que venía desde lejos impulsado por una fuerza superior a él que antes no comprendía pero que al verla supo que se trataba del amor; estas palabras bastaron para impulsar a la joven a besarlo y amarlo en la perfección del mar.

martes, 21 de diciembre de 2010

Buenas noches, Sol

El manto de hojas que sustituía a coloridas flores en las calles veraniegas, el azul del cielo ocultado por grisáceos algodones, el color de la piel tostada por el sol, los eternos días, las cortas noches de amor, mil viajes, libros y todo el tiempo del mundo, esa canción tan especial, un café en el balcón de una ciudad extranjera…
Todo ello se esfumaba, dejaba paso al frío en los rostros y al hielo en las personas, al consumismo navideño, a una neblina permanente entre dos miradas, a una melancolía que cubría la ciudad entera sin saber muy bien porqué, a noches eternas buscando el calor de las mantas y no del amor…
No alcanzaba a comprender cómo siendo tan perfecto el olor a primavera y el azul del mar en verano podía existir el frío en la piel y, sobre todo, el frío interior. La apenaba tanto que el frío congeló también sus cuerdas vocales (aunque jamás pudo con sus manos), la enmudeció, y toda esa tristeza se resumía en esa última frase que salió de su boca hasta la llegada de la primavera. “Buenas noches, Sol”.


sábado, 18 de diciembre de 2010

Ladrones de ilusión

Robadme el bolso, una lágrima, mi mejor sonrisa al doblar la esquina. Quitadme las pulseras, cinco minutos cada mañana y hasta un rizo de mi melena. Pero no me robéis la noche, dejadla encendida para que pueda ver las montañas que rodean la ciudad, para adivinar la silueta de mi amor junto a mí, para que pueda acariciar las hojas de un libro. Dejadla para que pueda hipnotizarme la mirada de ese gato negro que sale por mi ventana, para que pida deseos a las estrellas y dé forma a sus hermanas, para que la luna bañe con su luz cada recodo del mar. Por favor, dejad como única luz nocturna a las estrellas y a la luna -ella me promete que siempre vestirá su marfileña y redonda desnudez si me obedecéis. Quitad de las calles la navidad, las farolas (pero no todas, dejad algunas en las que agarrarme si bailo bajo la lluvia), apagad los coches y disfrutad de largos paseos al ocaso con la sinfonía de los lobos, romped todos los interruptores de casas y edificios y amaos en la oscuridad de las sábanas. Dejad abandonada en un rincón a la luz naranja y permitid a la blanca color paz que ilumine nuestras noches.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Noche verde


Acabó de leer ese libro que días antes le regalara su amigo poeta, ese libro con el que tantas horas había pasado, por el que tanto sufrió y con el que llegó a amar en tinta, ese libro que la sobrecogió con cada palabra y cada página que la acercaban al final de su historia. Cerró sus tapas azules, sintiendo el amor aflorando hasta sus dedos bañados en lágrimas. Con esa sensación agridulce del fin de un amor de papel se arropó bajo las mantas y deseó con todas las fuerzas que le quedaban poder alejar el frío de su almohada con el calor del amor. En medio de esa alegría y pena, de ese amor y melancolía, cuando se estaba abandonando al mundo de los sueños, un recuadro del color de sus bucles irrumpió tras sus ojos, alejando cualquier sentimiento. Se preguntó por esa figura tan parecida al libro que acababa de leer, tan diferente a los ojos de un poeta. Poco a poco, se fue acercando desde las tinieblas y se mostró en todo su esplendor ante ella, con su perfecta y simple desnudez. Comprobó que el color negro que vislumbrara unos segundos antes era el calor de la poesía sumida en la más absoluta y nostálgica oscuridad. Eran las palabras que componían un pequeño párrafo, un texto de apenas diez líneas. Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para descifrarlo, comenzó a leerlo y en ese preciso momento comprendió una cosa: si abría los ojos para anotarlo en esa libreta que se encontraba dormida a veinte centímetros de su piel, abandonaría al texto a su suerte y jamás volvería a verlo. Así que decidió disfrutarlo en la soledad de sus sábanas, sintiendo que era el texto perfecto que jamás se escribiría. Y con esa sensación de haber vivido algo único, mágico e irrepetible, se dejó llevar por Morfeo. Éste la dejó en un lugar conocido, nada menos que su cama. ¿Estaba soñando o aún seguía despierta? La visión de un poeta esfumó esa duda.

Habían pasado la tarde con un café entre ellos, pequeños poetas sentados sobre madera, escuchando himnos a la libertad y conversando sobre poesía. Decidieron pronto callar a las palabras de sus labios y dejar que el corazón hablara por ellos. Se besaron durante horas, enredaron sus dedos en los cabellos del otro, y cuando no se acariciaban buscaban sus ojos para sentir el cariño. Con una lentitud propia del amor, se desnudaron, besaron sus pieles ardientes y saborearon cada recodo de sus cuerpos. Sin prisa, sin pausas, sin cortes escénicos hicieron el amor como si estuvieran en una choza en los Riscos. No les preocupó la noche oscura, los cantos de las aves envidiosas de esos sentimientos tan reales como el frío que se intentaba colar entre ellos. Se conocieron plenamente, encontraron sus lunares más recónditos y se contaron sus vidas con los suspiros que escapaban de sus besos. Inventaron un nombre para cada poro por el que se escapaba el amor, escribieron poemas con besos en la curva de sus ojos y fueron a navegar tras sus párpados.
Al despertar, vio sus ojos verdes de poeta observando su cuerpo desnudo y aun caliente, que lo abrazaba intentando retenerlo para siempre. No, esos ojos de poeta que acababa de conocer el amor puro nada tenían que ver con los cenicientos que poco tiempo antes le hablaran de la tristeza. Sus labios de poeta sonreían intentando llegar al cielo, de una forma que nadie antes vio en tan apagada boca. Su mano de poeta recorrió los hoyuelos de sus mejillas, sus pestañas imitadoras de mil plumas, sus finos dedos, su suave nariz, sus pies que divertidos lo tocaban. Él la abandonó bajo las sábanas por unos eternos minutos para preparar el zumo que tanto le encantaba, y con la mañana por delante se amaron entre risas y besos, entre recuerdos del amor reciente.
Y ella despertó con los primeros rayos del sol en el cielo azulado y matinal que  entraban por su ventana. Se sintió feliz al haber vivido en sueños el amor puro y libre del libro que la emocionara horas antes, conociendo por fin lo que era el amor del que algunos poetas chiflados hablaban en sus poemas.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Lágrimas de Arte

 


Las mejores conversaciones son las que se dan frente a una taza de café: bombón, asiático, florencia… todos asisten a las reflexiones de sus besadores furtivos, a sus sueños, a su continuo divagar acerca de un mundo mejor, de los deseos, de fracasos o del amor.

*-¿Sabes? Es perfecto. Esto es amor puro, sin celos, con pasión, sin penas, es el amor por el amor.

*-Como Bécquer y toda la hilera de románticos, creo que el alma huye del cuerpo al soñar y conoce otros lugares, otras gentes, mantiene una vida paralela que acaso es la vida realmente, porque de lo contrario, ¿por qué soñar?

*-Algún día todos ustedes se sentirán muy orgullosos de mí; no escucharán una canción mía en la radio ni leerán mis artículos en la prensa, y mucho menos recibiré nunca premio alguno. Verán que en el mundo desaparece la religión y la política, y con ello la pobreza, la miseria, la discriminación…
No se alarmen, no asesinaré a nadie, porque si lo hiciese acabaría también con mis propios valores. Lo lograré desde el Arte, ese por el que he derramado tantas lágrimas y con el que he aprendido a fabricar mi propio mundo ideal. Porque no hay arma más eficaz que la palabra sincera del corazón; ¿por qué sino se puede destruir todo avance o mejora con una bomba y no ocurre lo mismo con las palabras? Todo en el mundo es frágil, se empeñan en dominar la naturaleza, pero caerán de ese árbol cuando vean que no pueden atar un rayo ni poner vallas al cielo, no pueden acabar con los sueños ni resistir una ola salvaje, no pueden vencer las fauces de un león sin recurrir a las armas. Son débiles, a pesar de sus corbatas al cuello, que no son más que su propias horcas, y sus trajes negros -¿intentan imitar a la raza a la que destruyen?
Cada vez son más incoherentes, aunque califiquen a esa enfermedad de “progreso” o “sociedad” o “evolución”. Se degradan a un ritmo alarmante.
Pero todo esto cambiará gracias al arma pacífica que es el Arte.

martes, 30 de noviembre de 2010

Una vida entera

Dieciocho años no dan para mucho históricamente, pero a mí me han sobrado para vivir todo lo que llevo ya a mis espaldas.
Desde el nacimiento de mi hermana hasta que nadábamos juntas en aquella piscina, desde la primera caída en bici hasta la fractura de clavícula, desde mi pasión por Granada hasta mi primer amor, desde la visita del lejano Oriente hasta mi primera amiga...
Han pasado mil cosas en mi vida en tan sólo dieciocho años, y quién sabe los millones que vendrán -¿seré poeta o marinera?¿En España o en la luna?. Algo nunca cambiará: preferiré siempre el verano y su calor, la luna llena, el color azul, el mar, el libro de papel, mi amiga lo será siempre...
Así es como está el mundo desde que el hombre es hombre: hay algunos cambios, como revoluciones, tecnología, plástico..., pero lo esencial jamás cambiará.


Seguirá habiendo leyes contra la libertad y dictadores apoyados por quienes les han regalado la suya, vidas malgastadas en nombre de una patria o un dios, poemas perdidos en el tiempo, lágrimas y sollozos de almas en soledad, cadenas al amor... Pero sobre todo algo será inmutable hasta que el hombre desaparezca: crearán un verano perpetuo, llenarán la luna de metal, contaminarán los ojos hasta dejarnos ciegos, el mar será vertedero mundial, los papeles serán billetes, condenarán al amor y la amistad...
Y seguirán llamando rojos de mierda, revolucionarios, anti-sistema, anarquistas de pacotilla a quienes intenten hacer que esto no se convierta en una realidad, a quienes luchan por ser felices en la única vida que poseen (sin rendir cuentas a nadie más que a sí mismos, sin matar a sus propios hermanos...), a quienes están en contra de cualquier poder que coarte su derecho a ejercer la libertad, a quienes no quieren servir a un inepto y alimentarlo con su dolor... a esos inconformistas con pantalones de rayas y rastas en la cabeza exterminarían sin saber que ellos emplean la razón en sus actos, se guían por una bandera con la libertad como único fin, respetan la vida de la naturaleza y humanos por igual, sin saber, en definitiva, que ellos son lo que se llama personas y no lo que pretende la maldita sociedad.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Es una pena



Un hombre rompe ese silencio del autobús con una cancioncilla. Resulta agradable ver a alguien feliz entre tantas caras largas enfadadas con el mundo. Se aproxima a mí y se acomoda en un asiento cercano, lo suficiente como para que me dé cuenta de que esa alegría es fruto del alcohol, de que todo es mentira. Y es una pena.


Es una pena que la única manera de parecer feliz hoy en día sea en la soledad de una barra de bar, una pena que se sustituyan sentimientos por fórmulas matemáticas carentes de sentido moral, que ya no se disfrute con las cabriolas de un animalillo contento, que no se pase tiempo con los seres amados, que no nos hagan sonrojar las bonitas palabras y sonrisas de un viandante…
En definitiva, es una pena que no se valore nada de lo que se tiene o, mejor aun, de lo que se puede conseguir. Menos mal que aún me quedan razones para sonreír.
La alegría de mi hermana, el abrazo de la amistad, los besos y sonrisas de mi amor, la poesía de Álvaro, un café, un libro en una plaza adoquinada, una nota escrita con prisa pero con buena letra de mi abuela –estoy fuera. La comida está hecha-, el gato de mi armario, las risas, los recuerdos italianos, escribir, sentir el mar en mi piel…
Menos mal que aun me quedan motivos para ser feliz.

martes, 16 de noviembre de 2010

Desayunos

Recién abandonas ese mundo, vuelves a la quietud de tu cama por unos instantes, y abres los ojos. El mundo real.
"Voy a tomar algo ligero que llego tarde."
O mejor aun: "seguro que le encantará un café con leche en la cama."
"No me apetece tomar nada, pasé una noche horrible."
Prefiero poner pan a tostar, calentar un poco de leche y llevarlo al sofá bañado de sol matutino. Allí lanzar unos cuantos cereales al pozo de mi vaso, y poco a poco ir poniéndolos a salvo tras mis labios. Pero para algo muy curioso: algunos están crujientes al llegar a mi boca, y otros se deshacen. Los primeros son tipos duros que no se dejan impregnar por la vida, y los segundos no pueden contra ella. Todos por igual van a dar con mis dientes. Y me bebo la vida poco a poco; otra gente prefiere tragarla de golpe, sin saborearla, aun sabiendo que pueden atragantarse en el intento.
Aparecen pues, al fondo de mi vaso, unos cuantos cereales, esos que no fueron capaces de resistir el dulce sabor de la vida y quisieron beberla toda; pobres ilusos, se ahogaron por tanta sed que tenían de la vida de los demás.
Unto la tostada con dulce mermelada y un poco de mantequilla, el amor y la libertad unidas -la vida sin ellas sería una masa de harina aglutinada en mi boca incapaz de avanzar.
Un poco de zumo de naranja acompaña a cereales y tostada por mi garganta mientras disfruto el silencio.
No es lo mismo una vida completa que un café ardiendo a toda prisa en la lengua o un par de galletas camino del trabajo.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Onas

Los onas vivían principalmente del mar, recolectando moluscos y aprovechando los restos de ballenas. Así vivieron durante siglos, hasta que los europeos empezaron a expulsarlos de sus tierras de cacerías, y junto con ellos a sus dioses, que habitaban en la oscuridad de sus bosques. Dicen que los dioses de los onas eran gordos, flojos y pacíficos. 
Una leyenda cuenta que, cuando los europeos les arrebataron sus bosques, construyeron una gran barca, una suerte de arca para salvar a sus dioses, pero como no tenían experiencia de constructores navales y sus divinidades eran gordas, la barca naufragó en medio del estrecho. Así, al empezar el exterminio de indios, los onas no tenían dioses protectores, y los europeos y los criollos los vieron construir pésimas embarcaciones con pieles y cortezas, intentaron rescatar a sus dioses del fondo de la mar, o tal vez quisieron vivir con ellos en su nueva morada.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Mundo del fin del mundo

Una crecida cabellera canosa impedía calcular su edad, lo vi caminar los pocos metros que nos separaban con ese andar de pelícano característico de los marinos con muchas millas a la espalda, navegantes que todavía es posible ver en algunos puertos y que tripulan barcos de banderas pobres. No bajan a menudo a tierra y parecen llevar en sus cuerpos el vaivén de los barcos. Quedan pocos ejemplares de esta novelesca marinería. Las tripulaciones actuales están compuestas por oficiales expertos en informática y por marinos jóvenes que no ven en la mar más que una situación transitoria. La paga no es de las mejores y la modernización de los puertos acabó con la esperanza de ver un poco de mundo.
Los hombres han dado la espalda al embrujo de los océanos.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Ser poeta

Adoro escribir, leer, llorar la poesía. Es una sensación tan genialmente única el saber que alguien sintió el verso que posees solamente tú entre tus manos, en esa precisa pizca de eternidad, con cierto olor a paso del tiempo pero tan válido como hace años... O una sencilla historia de amor, censurada por alguien que no consiguió ser amado y condenó por tan enorme desdicha a generaciones completas a no conocer lo bello de tal fuerza. Es algo tan parecido a ser dios... crear algo sobre papel con tus propias manos, pero que nace de mucho más adentro, de ese lugar en que duele cuando se acaba el amor, donde se ríe al ver la sonrisa de un amigo, donde se llora de felicidad, donde todo se colapsa al sentir que algo no va bien, allí donde la perplejidad se abre paso por creer que alguien desconocido pensaba en ti al escribir un poema, el único lugar en donde se puede ser libre por completo de cualquier cadena...De ese lugar tan desconocido por algunos nace la más maravillosa obra de la creación, esa capaz de cambiar del odio al amor, de la indiferencia al llanto, capaz de llegar a todos los rincones del universo y de emocionar a todos los moradores de Gea.
Eso es lo que poca gente aprecia al leer un poema, y lo que mucha gente ni sospecha cuando se encuentra ante un montón de versos empalagosos y aburridos de un chalado poeta.

Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca

viernes, 5 de noviembre de 2010

Slow!

7 Consejos Slow
  • Tómate una infusión con los pies apoyados fuera de la ventana. No hacerlo mientras conduces.
  • Invierte calidad de tiempo en la bañera, y si es acompañado mejor.
  • Escribe estas palabras en un sitio visible: Hacer varias tareas a la vez es no hacer ninguna bien
  • No te veas forzado a responder con rapidez, tómate tu tiempo.
  • No lleves el reloj encima, no te preocupes que sabrás la hora.
  • Bosteza a menudo. Bostezar es bueno para la salud
  • Escucha una pieza de música de Mozart en su tempo original.

http://movimientoslow.com/es/filosofia.html

http://www.slowpeople.org/

http://www.slowfood.com/

lunes, 1 de noviembre de 2010

Sastrecilla


¿De qué me acuerdo? ¿De si ella nada bien? Sí, a las mil maravillas, ahora nada como un delfín. ¿Antes? No, nadaba como los campesinos, sólo con los brazos, nada de piernas. Pero tiene un cuerpo de verdadera nadadora. Yo sólo le enseñé dos o tres cosas. Ahora sabe nadar, incluso el estilo mariposa; sus riñones ondulan, su torso emerge del agua en una curva aerodinámica y perfeccionada, sus brazos se abren y sus piernas azotan el agua como la cola de un delfín.
Lo que descubrió sola fueron los saltos peligrosos. En nuestro paraíso acuático, una especie de poza completamente aislada, de agua muy profunda, cada vez que trepa a lo alto de un pico vertiginoso para saltar me quedo abajo y la miro desde un plano contrapicado casi vertical, pero me da vueltas la cabeza y mis ojos confunden el pico con los grandes ginkos que se recortan por detrás, como en una sombra chinesca. Se vuelve muy pequeña, como una fruta pendiente de la copa de un árbol. Me grita cosas, pero es una fruta que susurra. Un ruido lejano, apenas perceptible debido al agua que cae sobre las piedras. De pronto, la fruta cae flotando en el aire, vuela atravesando el viento, en mi dirección. Por fin, se convierte en una flecha de purpurina, ahusada, que se zambulle de cabeza en el agua sin mucho ruido ni salpicaduras.
Antes de que lo encerraran, mi padre solía decir que no era posible enseñar a bailar a alguien. Tenía razón; lo mismo ocurre con las zambullidas o con escribir poemas: debes descubrirlo solo. Hay gente que, por mucho que se la aleccione durante toda la vida, siempre parecerá una piedra cuando se arroje al aire, nunca podrá hacer una caída como la de un fruto que emprende el vuelo.

domingo, 31 de octubre de 2010

3MSC



Todo lo que debes hacer es ponerte los auriculares, echarte en el suelo y escuchar el CD de tu vida, pista tras pista, ninguna se puede saltar, todas han pasado y de una forma u otra servirán para ir hacia adelante.

No te arrepientas, no te juzgues, sé quien eres, y no habrá nada mejor para el mundo.


Pausa, rewind, play, y aún más. Nunca detengas tu reproductor, sigue registrando sonidos para lograr explicar el caos que tienes dentro.
Y si te sale una lágrima cuando las escuches, no tengas miedo, es como la lágrima de un fan cuando escucha su canción favorita.
El resto es ruido blanco.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Para Kid ;)

Es algo terrible
que no se recuerde
un gesto de cejas o de manos
que no memoricemos los leivmotives personales
que no los añoremos.
Es algo terrible
que no intercambiemos versos,
que no juguemos a mejorarlos,
que no nos entendamos con pocas palabras
(definitivamente,
hay que decir más con menos)
que no escribamos nuestros poemas en las paredes
(trabajamos demasiado)
Es algo terrible
que no nos conozcamos
que no estemos todos enamorados unos de otros
que no sepamos cada detalle, cada chasquido de lengua.
Es algo terrible
que pida tan poco
y resulte tanto.

Es algo terrible, Ester García Camps

martes, 26 de octubre de 2010

Pauland

-Descríbeme todo lo que veas- dijo el ciego.
-Aquí hay una casa, un coche, un perro…
-¡No! Así no. Describe la casa, si tiene jardín o no, el color del coche, que raza es el perro -¿cruza la calle o roe un hueso?- quiero saber todo acerca de donde paseamos. Hazlo como a ti te gustaría que lo hicieran si no pudieses ver más la belleza de la Naturaleza. Como si yo te dijera el nombre de un lugar que no conoces: Pauland. No tienes ni idea de cómo es, pero te encantaría saberlo, ¿verdad?
-Sí.
-De acuerdo, pero si yo no te lo describo –o lo hago como tú al inicio, es decir, muy superficialmente- jamás llegarías a conocerlo, ¿no es cierto?
-Sí, tiene toda la razón. Pero, por favor, dígame cómo es ese lugar.
-Está bien. Pero primero hazlo tú, quiero ver cómo lo haces, si realmente has entendido qué es describir.
-Allá voy. Hemos llegado a un puente que cruza el río del pueblo. Es de madera, bastante largo pero parece muy macizo, sólido, resistente. Está adornado con flores de todos los colores, geranios, margaritas… al final hay un ensanche en una plaza adoquinada que rodea la estatua de una paloma –creo que alcanzo a leer su nombre, Plaza de la Libertad-.
-Así me gusta, chico. Es mi turno: el lugar de que te hablo es enorme, infinito, pero no ocupa ni un centímetro cuadrado.
-Perdone, pero no lo entiendo.
-¡Tu calla! Escúchame bien. Allí hay un sol cien veces más grande que aquí, una luna mágica que no deja lugar a las sombras angustiosas de la noche, un cielo tan azul que se pueden crear nubes en él tan sólo surfeándolo. Los pájaros aquí no molestan a nadie con su canto, pues pían muy dulcemente. Los animales no se matan entre sí para alimentarse, pues les sirve el aroma de las flores y del salitre del mar como sustento. La lluvia es bienvenida por todos, un refrescante baño en primavera; tampoco existe aquí el sofocante calor del verano ni el frío del invierno, pero sí encuentras oasis en los desiertos y cientos de icebergs en los polos. Las flores hablan sin miedo a ser cortadas, alejadas del césped. La plaza que me describes está en todos los lugares de Pauland.
-¿Cómo es posible todo eso? ¿Cómo es que no hay contaminación en el aire ni los ríos, que no existe destrucción, caos ni tristeza?
-Todo esto es posible porque aquí, en Pauland, no existe el hombre.


Feliz cumpleaños, preciosa :)

Puedo decirte mil cosas, o tan sólo una.
Puedo decir que te deseo lo mejor, que eres la persona más importante de mi vida, que tu sonrisa me hace feliz y que si tú lloras yo también, que lo siento por los miles de veces que peleamos, que echo de menos las tardes de vega-plaza y de nuestro parque y de todo, que quiero que salgamos a fotografiar más a menudo, que ante todo deseo que siempre seas feliz, que si necesitas ayuda seré la primera en acudir...
Puedo decirte todo eso, o puedo decirte tan sólo una cosa que resume todo lo que he dicho antes: te quiero

"Yo y mi minoría", Ester García Camps


la mayoría de gente que conozco
ha leído más poemas

que yo.

tienen estanterías llenas de libros
que sujetan otros libros

ordenados alfabéticamente
por tamaño y autor.

y te enseñan

pero nunca aprenden.

la mayoría de la gente que conozco
cree en poesía
ama poesía

pero no sonríe cuando sale el sol.

compran macetas
pero no plantan flores.

viven historias escritas por otros
a manos de personajes que nunca llegarán a ser

se convierten en sombras de personas muertas

celebridades, sí.

pero muertas.

la mayoría de gente que conozco
disfruta de la música
sin haber sostenido nunca un acorde
entre sus brazos.

vuelan, sí.

pero en primera clase y con cinturón.

creen en arte, pero se desvinculán de la palabra ser.

son el son de los zapatos de otros.

tienen sueños
pero no sueñan.

crean sus propios dioses
para poder cagarse en ellos
cada vez que las cosas salen mal.

coleccionan figuritas de porcelana
sin saber lo que es tener de barro
las entrañas.

es esa gente
que pierde el significado

buscándose en el diccionario

si comprender que, a veces,
todo se reduce


a un espejo

domingo, 24 de octubre de 2010

¿Hasta dónde llegaremos?

Mientras luchan fervientemente por encontrar una cura para enfermedades mortales, millones de personas mueren. Sería este un hecho admirable, el que dediquen su vida a intentar mejorar la de los demás, si no fuese porque no lo hacen por la humanidad, sino por ellos mismos: crean virus para "salvarnos" con la vacuna, tienen datos para poder curar el SIDA, pero no quieren arriesgarse a no obtener el mérito -y los millones- suficientes y callan tan enorme secreto...
Así, unos luchan -como siempre- por sobrevivir, y otros lo hacen por conseguir.

Shut up!


Hacen falta menos conciertos heavys, no tanta música clásica. Hay demasiado ruido y se extiende la creencia de que escuchándolo se disfruta. Ese ruido se llama de mil maneras: pop, reggaetón… poca gente lo denomina “ruido”; la escasa multitud que lo hace sabe que la verdadera música es un susurro apenas perceptible con una palabra de cariño, el sonido de un abrazo, la melodía de la sonrisa de un amigo, la música de un beso de amor.
Es que es necesario detenerse más a escuchar el silencio, prestarle atención a lo que se puede aprender de él. Se hace de mil maneras, tan sólo hay que encontrarlas: leyendo un libro o componiendo poemas, pensando en una conversación con un amigo, acariciando una rosa blanca, besando al amor… así se disfruta del silencio, se evade de tanto ruido, se cultiva realmente el alma de una persona.
Y es que hacen falta más conciertos de silencio.

sábado, 23 de octubre de 2010

El "Sabio e Inteligente" Humano

¿Cuándo dejarán de mirar al cielo intentando ver a ese barbudo inexistente por el que matan, y observarán la tierra que pisan para entenderla y amarla? ¿Cuándo comprenderán que no deben rendir cuentas a ningún dios todopoderoso, sino a ellos mismos? Sinceramente, no creo que se preocupe de su hacemos algo mal, y si lo hace, ¿por qué se equivoca siempre de lugar para castigarnos? La única todopoderosa creadora de vida no se encuentra sólo entre las estrellas, sino que forma parte de nosotros, formamos parte de ella, nos rodea, es la madre Naturaleza.
Otra cosa de la que no se dan cuenta –la más importante de todas- es que dedican su vida a conseguir algo que nunca les servirá para nada más que para empobrecerles. ¿De qué servirá tanto dinero cuando no quede agua para beber, terrenos en los que plantar? ¿Los ayudará acaso a vencer a un animal en una lucha cuerpo a cuerpo para conseguir alimento, los librará de las fauces de un león? Todos esos trajes, zapatos lujosos, grandes edificios, máscaras de maquillaje y silicona… ¿los salvarán de la furia de un volcán o de una ola del mar?

Se disfrazan, basan su vida en mentiras, en conseguir dinero y puestos en la maldita escala social para manejar a la gente a su antojo…¿en nombre de la libertad? Pero grandísimo hijo de puta, ¿cómo te atreves a poner límites a la libertad, a condenar la única existencia y capacidad de disfrutar de una persona simplemente para saciar tu asquerosa avaricia, a usar su nombre para justificar asesinatos?
A la gente que verdaderamente ha ejercido su libertad la han callado para siempre, porque no les conviene que nadie más sepa el verdadero significado de la libertad, esa palabra que tan bien queda para poder ejercer el poder de la codicia a sus anchas. Lo que no entienden es que si ni ellos mismos respetan sus leyes, y menos las de su madre naturaleza, nadie tiene por qué obedecerles.
Y ten cuidado con nacer inteligente o consciente de tus derechos y deberes con la naturaleza y demostrarlo, porque emplearán contigo los métodos más adecuados para la seguridad de la sociedad y tu precaria salud mental –nada importa que seas una persona igual a las que pretenden defender, ahora sólo importa mantener la ignorancia para campar a sus anchas violando el verdadero significado de la libertad.
Los cabronazos pueden así, a golpe de fusil y en nombre de su dios o patria, acabar con la vida de cuantos piensan diferente a ellos, simplemente por ser capaces de permitirse –gracias a la ausencia de conciencia- la posesión y uso de armas mortales contra cualquier humano o animal.
Otra cosa muy distinta sería encontrarse rodeado de tiburones en sus merecidas vacaciones en el mar, o de una manada de elefantes o tigres durante su luna de miel en el pobrecito continente africano. Pedirían a su dios que los ayudase, que los salvase de una muerte tan injusta –para lo cual se arrepentirían rápidamente de todo, así conseguirían engañar al tonto del sabelotodo del cielo. ¿Injusta? Sería la única muerte merecida y justificada, la naturaleza te da lo que tú das a ella: muerte y falta de respeto por la vida. ¿Dónde quedan ahora los pobres a los que dejaste morir de hambre, los salvajes guepardos que asesinaste sonriente y orgulloso para vestir a tu estúpida esposa? ¿Dónde los millones de personas de diferente color y habla que fusilaste o gaseaste porque un enano bigotudo –de pelo negro- dijo que lo hicieras? ¿Es tu conciencia lo que te hace recordarlos? Ah, no, es tu puto miedo a morir indignamente, como ellos, sin posibilidad de defenderte lo que aparece en tus ojos de mamonazo cobarde. Que te follen. Tu dios está ocupado inundando Asia, asesinando árabes en nombre de la seguridad norteamericana, destruyendo los bosques sudamericanos, contaminando mar y aire por el progreso, mientras que se depila las piernas para quedar con algún pequeño angelito.

viernes, 22 de octubre de 2010

Olas


Os eché de menos, os sigo echando en ocasiones. Os fuisteis hace algo más de un año y casi no supe de vosotras. Os necesité mil veces a mi lado, para recordar el viaje a París tomando té en ese cafetín al que íbamos juntas, hablar de tantas cosas sin ninguna vergüenza, con alegría, alegrándonos por las demás y llorando si estaban mal. Incluso aprovechamos que se rompió una uña para poder hablar de todo, de darnos ánimo cuando más lo necesitábamos.
Jamás os descuidé adrede, si lo hice fue sin darme cuenta, porque estaba inmersa en los estudios y me salió caro: me costó perderos. Nunca os habría alejado de mi vida conscientemente.
Ahora vuelvo a saber de vosotras, volvemos a quedar, a reír juntas, a hablar de nuestra vida. Un día no tuve el valor a deciros a la cara lo mucho que os eché de menos, pero lo hago ahora, porque es así. El viaje a Italia con vosotras es lo que más deseo, como aquel viaje a París, cuatro Olas juntas. Porque así es como nos veo, como las Olas de Moccia, se separan, pero vuelven a ser olas después de ser espuma.
Os quiero, chicas. No me atreví a pediros que no os fuerais de mi lado, pero lo hago ahora, y os digo que os echo mucho de menos, confiaros mis sentimientos sin tapujos... y lo más importante: os quiero.

jueves, 21 de octubre de 2010

Palabras de aire


Un libro no se bloquea, ni se borra de repente, ni necesita pilas ni electricidad.
Lo puedes leer en el parque, en la cama antes de dormir y hasta en el cuarto de baño.
No hay goce como el de pasar las páginas, sentir su tacto y oler la fragancia de unas hojas impresas hace años o días.
Un libro te puede hacer sufrir, sobrecogerte, dibujar una sonrisa en tu cara o pintar una lágrima en ella. Tiene también la capacidad de hacerte olvidar la realidad con solo tocar la cubierta y sentir la historia bajo tus dedos. Te hace feliz, o te inunda de rabia. Te roba horas y horas de sueño, de estudio o de trabajo simplemente para que leas lo que tiene que contarte. En los momentos en los que lo lees no hay nada más importante que él.
Un libro es más que un montón de páginas unidas por una cuerda.

martes, 19 de octubre de 2010

Maldito Sapiens


Kilómetros y kilómetros de selva,
de áridos granos de arena ardiente,
de litros de agua salada, de aire…
poblados de seres vivientes.
Delfines, serpientes,
aves de todos colores,
cebras y jirafas en la sabana,
marsupiales, flores de mil olores.
En comunión Gea y Natura
vivieron durante largo tiempo,
pero de una mutación en el simio
llegó el destructor del cielo.
Sapiens lo llaman por ser capaz
de matar a su madre y así
acelerar el momento
en que llegue ésta a su fin.
No se percata de una cosa:
destruye su fuente de vida
-mares, cielo, tierra y animales-
por su gran enfermedad llamada codicia.
Cuando su método de organización
-creo que política o algo parecido-
termine por curarles la ceguera
y les devuelva para ver el sentido,
será ya tarde para todos
pues habrá destruido el regalo
más grande imaginable:
estar vivo y poder continuarlo.
¿De qué servirá entonces el ladrillo
si una ola del mar lo derrumba?
¿De qué sus papeles de colores
si las fauces de un león pueden ser su tumba?
¿De qué les servirá
el color de mil banderas
cuando los quiera exterminar
la moribunda madre Tierra?
¿Por qué se empeñan
en sustituir sus valores
y matan sus amazónicos pulmones
para crear papeles de colores?
¿Por qué se discriminan entre sí
por el color de la piel?
¿Por qué levantan barreras
si son hijos de la misma mujer?
¿Por qué pelean en nombre
de un barbudo celestial inexistente
que los deja morir de hambre
y les causa dolor incluso cuando cae un diente?
¿Por qué no pelean contra sí mismos
para salvar a su propia madre,
que les da la vida y alimento,
que los hizo a todos con la misma sangre?
Hasta tal punto llega su degradación
que confunde muerte con cultura,
califica de arte el asesinato de animales
y viendo este macabro espectáculo disfruta.
Matar toros es bonito,
pero acabar con su gatito no,
puede matar tigres y cocodrilos por su piel,
pero a su propio hijo ¡no, por favor!
Así se siente Gea
cuando su hijo sapiens disfruta matando un animal,
un hermano con el que convivir,
un ser al que poder amar.
Y ¿qué decir
sobre el líquido elemento?
Es básico para sobrevivir
pero lo contamina en nombre del científico progreso.
¿El aire? Más de lo mismo:
a él emite gases tóxicos
aún sabiendo que se autodestruye,
que mata a sus pulmones poco a poco.
¿En realidad merece este homo
el calificativo de sapiens?
No lo creo si destruye a sus hermanos, hijos,
y hasta su propia madre.
El dichoso sapiens
es el único animal
que se autodestruye
por el ansia de tener más.
Gea, date prisa,
acaba con nosotros
antes de que destruyamos
a Natura, al cielo, a todo.

Viaje a Ítaca

La vida es como un viaje en tren. A la misma vez que atraviesas la puerta dejando atrás el andén donde estuviste unos meses sin ninguna preocupación acerca de ese viaje, te recibe una sonrisa, quizá de tus padres o quizá sólo de un hombre con bata blanca. Lo más posible es que esas personas que sonríen cuiden de ti en este viaje, aunque puede suceder que te dejen realizarlo en soledad.
Comienza el viaje. Éste será como tú desees; puedes viajas por cada vagón y conocer el máximo número de viajeros posible, o por el contrario, puedes quedarte en tu asiento, inmóvil, preocupado únicamente por la meta.
Hay muchos tipos de viajeros: encontrarás gente que entre a la vez que tú pero siga un rumbo muy distinto, o gente que desembarque cuando tú entregues el ticket al revisor del tren. También habrá gente que deseará viajar contigo porque compartís ideas parecidas sobre ese viaje, o porque os sentís mágicamente unidos. Algunos viajeros incluso llegarán a ser tus amigos, pero solamente podrás amar a uno de los millones de viajeros de ese tren. Entre esos viajeros habrá otra gente se acercará a ti con una encantadora sonrisa, quizá para pedirte un cigarrillo y se alejará sin más, o quizá te lo pida como excusa para conocerte aunque en realidad no sepa fumar; ésta es la persona de que hablaba antes.
Habrá momentos en ese viaje en que desees apearte porque alguien lo ha hecho y crees que no merece la pena continuar; en ese momento puede ocurrir que no recuerdes la sonrisa de bienvenida de aquellas personas y abandones el maravilloso viaje, o también puede suceder que alguien te retenga y evite que cometas tan gran error. Porque no hay mayor error que rechazar el regalo de viajar por ser a la vez tan fuerte y tan débil de corazón.
Podrás viajar solo, acompañado por mucha gente insignificante o por poca muy importante, entre los que se encuentra la persona que no sabe fumar.
Sea como sea viaja, ama el viajar y recuerda los versos de Kavafis “Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca, debes rogar que el viaje sea largo”. Imagina dicho viajar como una aventura parecida a la de Ulises, llena de experiencias en este viaje a Ítaca, ya sea porque alguien te ama y quiere compartir este trayecto contigo, o porque deseas disfrutarlo en solitario. Pero nunca, nunca, dejes que nada ni nadie apague tu ilusión por viajar.

lunes, 18 de octubre de 2010

No podía ser de otra manera, todo se remonta a ti.
Te conocí y supe que ibas a ser especial; y vaya que si lo fuiste. ERES especial. Noté que encajabas conmigo, que el hueco de la amistad de mi corazón lo llenabas con tu sola presencia. Tu sonrisa es siempre un soplo de aire fresco, me haces feliz, me comprendes, pensamos de manera idéntica, sabemos lo que siente la otra tan sólo con mirarla.
Todo comenzó en aquel mar de olas verdes, esa clase en mitad de la huerta. Y poco a poco nuestra amistad iba ganando terreno a cualquier adversidad. Nos convertimos en dos corazones siameses, hicimos la operación inversa porque así somos nosotras. Y llegó el momento en que las risas fueron puestas a prueba por las lágrimas, y las superaron. Nuestros abrazos pueden con todo y más.
Esos dos años alejada de ti me demostraron cuanto te escribo aqui, me di cuenta de lo mucho que significas en mi vida, me dolía al respirar si no estabas a mi lado, no sabía qué hacer en ningún momento, la situación más fácil se convertía en imposible porque no te veía junto a mí; y es que me habían arrancado el corazón, no era yo si no era contigo. Y volviste, en un momento en que necesitaba tus palabras como el mar necesita agua para vivir. Y me salvaste de ahogarme, eso que tan bien se te da.
Me encanta saber que estarás conmigo siempre, en esta amistad incondicional que ha superado pequeños baches y grandes abismos de soledad.
Gracias por demostrarme que las medias naranjas también existen fuera del amor.
Te quiero, Alejandra.

Nata

Necesitaba hacer saber lo que siento,
mandarlo al viento,
decir a mi amiga o a mi hermana
lo mucho que las quiero,
a ese chico
que llevo sin ver tanto tiempo
que necesito verle,
que lo echo de menos.
Me he dado cuenta hoy,
frente a un café en un bar,
de que tengo mucho que decir,
sobre la amistad, el amor, la libertad;
necesito intentar
con mi granito de arena
que cambie la gente,
que despabile su conciencia.