martes, 19 de octubre de 2010

Maldito Sapiens


Kilómetros y kilómetros de selva,
de áridos granos de arena ardiente,
de litros de agua salada, de aire…
poblados de seres vivientes.
Delfines, serpientes,
aves de todos colores,
cebras y jirafas en la sabana,
marsupiales, flores de mil olores.
En comunión Gea y Natura
vivieron durante largo tiempo,
pero de una mutación en el simio
llegó el destructor del cielo.
Sapiens lo llaman por ser capaz
de matar a su madre y así
acelerar el momento
en que llegue ésta a su fin.
No se percata de una cosa:
destruye su fuente de vida
-mares, cielo, tierra y animales-
por su gran enfermedad llamada codicia.
Cuando su método de organización
-creo que política o algo parecido-
termine por curarles la ceguera
y les devuelva para ver el sentido,
será ya tarde para todos
pues habrá destruido el regalo
más grande imaginable:
estar vivo y poder continuarlo.
¿De qué servirá entonces el ladrillo
si una ola del mar lo derrumba?
¿De qué sus papeles de colores
si las fauces de un león pueden ser su tumba?
¿De qué les servirá
el color de mil banderas
cuando los quiera exterminar
la moribunda madre Tierra?
¿Por qué se empeñan
en sustituir sus valores
y matan sus amazónicos pulmones
para crear papeles de colores?
¿Por qué se discriminan entre sí
por el color de la piel?
¿Por qué levantan barreras
si son hijos de la misma mujer?
¿Por qué pelean en nombre
de un barbudo celestial inexistente
que los deja morir de hambre
y les causa dolor incluso cuando cae un diente?
¿Por qué no pelean contra sí mismos
para salvar a su propia madre,
que les da la vida y alimento,
que los hizo a todos con la misma sangre?
Hasta tal punto llega su degradación
que confunde muerte con cultura,
califica de arte el asesinato de animales
y viendo este macabro espectáculo disfruta.
Matar toros es bonito,
pero acabar con su gatito no,
puede matar tigres y cocodrilos por su piel,
pero a su propio hijo ¡no, por favor!
Así se siente Gea
cuando su hijo sapiens disfruta matando un animal,
un hermano con el que convivir,
un ser al que poder amar.
Y ¿qué decir
sobre el líquido elemento?
Es básico para sobrevivir
pero lo contamina en nombre del científico progreso.
¿El aire? Más de lo mismo:
a él emite gases tóxicos
aún sabiendo que se autodestruye,
que mata a sus pulmones poco a poco.
¿En realidad merece este homo
el calificativo de sapiens?
No lo creo si destruye a sus hermanos, hijos,
y hasta su propia madre.
El dichoso sapiens
es el único animal
que se autodestruye
por el ansia de tener más.
Gea, date prisa,
acaba con nosotros
antes de que destruyamos
a Natura, al cielo, a todo.

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