lunes, 30 de julio de 2012

A Don Nadie (IV)

Yo quiero llegar
a la suite de 3 estrellas
que me escondes en la alcoba
de esos ojos negros.
Pero hay muchos escalones,
si contamos con que nunca sé
subir más allá del sótano.
Ese sótano en el que me obligo a habitar
porque no sé ya vivir en otro sitio;
corazón en las cloacas,
acostumbrado a la mugre en la piel
y a bailar con las ratas.
Aunque hay fotografías y cuadros,
algunos de mis grandes libros,
música, cerveza y algo de vino
que compré para ti;
la pena es que no sé
si bajarías a este infierno por mí,
si aceptarías dejar tu Edén
por un rato con los besos de mis caderas.

Julia    


A Don Nadie (III) (Sabineros)


Por todo esto te pareceré
un corazón sin salida,
una sala de espejos,
y buscarás tu billete de ida
a una luna bien lejos
de esta loca suicida.

No tengo paciencia
para recorrer tus poros con mis besos,
pero sí puedo memorizar
todos y cada uno de tus lunares
si me los susurras en silencio.
No beso para no soñar,
igual que tú te drogas
para hacerlo sin parar.
Ládrame y te abriré
el balcón de mis ojos de gata,
abre la nevera y sírvete
mientras esta loca te mata.

Sabineros

Ya que me dejas
los labios destrozados
podrías tener la decencia
de invitarme a whisky helado.
Y tú subirme a tu cama
y dejarte de hablar tanto,
que esos labios rojos
no se besan solos, encanto.
Pero no te quiero ver a mi lado
cuando llegue la mañana;
no me trae buena suerte
amanecer abrazada a un canalla.
Tranquila, preciosa,
sólo pretendo quitarte la falda,
prometo esta vez ser decente
y decirte adiós con la mirada.


jueves, 5 de julio de 2012

Storni 63 (II)

Lo siento si he creado en ti
un complejo de coyote
con mi apariencia de correcaminos.
Juro que no quiero huir de ti
sino contigo.
Así que déjate la dinamita
y demás artificios,
derrite el hielo
de este desierto
y corramos en la misma dirección
sin prisa ni tiempo.

Storni 63

Creerás que juego a ser
esa flor perdida en un bosque
o el agua que se esconde
en la nada del desierto.
Pero todo es oscuro
a este lado del sueño,
donde no se puede reunir
tu allí con mi ahora,
donde en el aire flota
un vano deseo
mientras que no pasa
nada más que el tiempo.
Qué utópico imaginarte
al otro lado de la cama
despertándome cada mañana
colgado de mis pestañas
y un beso con tu voz de invierno
que convierte en barro
la arena de mi cuerpo.