jueves, 21 de octubre de 2010

Palabras de aire


Un libro no se bloquea, ni se borra de repente, ni necesita pilas ni electricidad.
Lo puedes leer en el parque, en la cama antes de dormir y hasta en el cuarto de baño.
No hay goce como el de pasar las páginas, sentir su tacto y oler la fragancia de unas hojas impresas hace años o días.
Un libro te puede hacer sufrir, sobrecogerte, dibujar una sonrisa en tu cara o pintar una lágrima en ella. Tiene también la capacidad de hacerte olvidar la realidad con solo tocar la cubierta y sentir la historia bajo tus dedos. Te hace feliz, o te inunda de rabia. Te roba horas y horas de sueño, de estudio o de trabajo simplemente para que leas lo que tiene que contarte. En los momentos en los que lo lees no hay nada más importante que él.
Un libro es más que un montón de páginas unidas por una cuerda.

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