Una crecida cabellera canosa impedía calcular su edad, lo vi caminar los pocos metros que nos separaban con ese andar de pelícano característico de los marinos con muchas millas a la espalda, navegantes que todavía es posible ver en algunos puertos y que tripulan barcos de banderas pobres. No bajan a menudo a tierra y parecen llevar en sus cuerpos el vaivén de los barcos. Quedan pocos ejemplares de esta novelesca marinería. Las tripulaciones actuales están compuestas por oficiales expertos en informática y por marinos jóvenes que no ven en la mar más que una situación transitoria. La paga no es de las mejores y la modernización de los puertos acabó con la esperanza de ver un poco de mundo.
Los hombres han dado la espalda al embrujo de los océanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario