lunes, 10 de enero de 2011

Menos mal que existe el mar

Nunca había sentido en mi piel una ola rota; creí que sería como la nata para las fresas, la espuma del champú o una mousse de chocolate. Pero no.
La verdadera espuma marina se deshace entre tus poros, recomponiéndose rápidamente, y deja como único recuerdo de ese efímero momento miles de gotas de agua fresca que mojan tu piel. Y lo que es mejor, la traspasan. Se alojan en tu interior, te empapan por dentro y vuelven al mundo cuando tu corazón llora por los ojos; es por esto que las lágrimas son saladas.

3 comentarios:

  1. Interesante teoría... y bonita. Es una explicación bastante bonita de pensar :)

    ResponderEliminar
  2. Me he empapado el blog enterito. me sorprendiste gratamente. no sabía de tus inquietudes como escritora ni de esa afición tuya al mar tan arraigada. hay perlitas muy interesantes,enhorabuena.Por cierto, secundo la moción para organizar conciertos de silencio.

    Recomendación personal para la chica relativista:

    http://www.youtube.com/watch?v=oKBGfpHCbYc


    Me despido con un "adiós que suena a verso" jaja

    ResponderEliminar