Y una tarde le dijo al servirle su taza:
-¿Por qué no pruebas a venir un viernes?
Seguro que te sorprendes.
Y ella,
cansada de esos rincones ya sin sorpresas para su sonrisa,
de esos cielos apagados de atardeceres,
abandonó la ciudad,
se fue con su silencio a otra parte
justo cuando la mirada de él iba a cantarle su mejor canción.
Alguien dijo que el tren sólo pasa una vez en la vida. ¡Mentira! Puedes tomar otro y otro, y otro; incluso esperar que regrese el mismo que perdiste un día.
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